Madrid, Spain
July 17, 2007
Source:
ArgenBio
Un informe presentado por
Eduardo Trigo y Eugenio Cap da a conocer una estimación de los
beneficios económicos de la biotecnología en Argentina en entre
1996 y 2005.
El Dr. Eduardo J. Trigo es investigador independiente miembro de
FORGES y de Grupo CEO, entidades relacionadas a la investigación
y el asesoramiento en el sector agropecuario en Argentina; el
Dr. Eugenio Cap es, por su parte, Director del Instituto de
Economía y Sociología del INTA. Juntos han elaborado un informe
en el que analizan los 10 primeros años del cultivo transgénico
en su país. Para llevar a cabo este estudio, han utilizado una
metodología basada en un modelo de simulación desarrollado por
el INTA, que compara lo que ocurrió en la realidad con lo que
hubiese ocurrido de no haberse introducido las técnicas de la
ingeniería genética.
Fue en 1996 cuando Argentina aceptó el cultivo de un tipo de
soja genéticamente modificada, tolerante al herbicida glifosato.
Desde entonces, Argentina realizó más de 900 pruebas de campo en
distintos cultivos y características y aprobó la
comercialización de maíz y algodón modificados genéticamente
para garantizar la tolerancia a herbicidas y más resistencia a
insectos.
La rápida difusión de este sector dio como resultado, en la
última campaña agrícola, una representación de más del 90% del
área cultivada con soja, cerca del 70% del área de maíz y
alrededor del 60% en el caso del algodón. Así, Argentina se ha
transformado en el segundo productor mundial de OMGs (más de 17
millones de hectáreas).
La prontitud del asentamiento de estos cultivos sorprendió a la
sociedad científica. En el caso de la soja, por ejemplo, en
siete años las nuevas tecnologías llegaron a cubrir
prácticamente la totalidad del área sembrada con ese cultivo. El
estudio afirma que esta velocidad de implantación se debió en
parte a la precocidad de la instalación de las condiciones
institucionales de evaluación de riesgo y bioseguridad.
Este proceso de incorporación de nuevas tecnologías ha tenido un
profundo impacto de transformación en la agricultura argentina
y, más allá de ésta, en toda la economía del país. Los
beneficios totales generados por los tres cultivos, se calculan
en más de 20 mil millones de dólares, además del casi millón de
empleos creados en Argentina (36% sobre la tasa total de empleo
en este periodo).
Sin embargo, Trigo concluye que “si no resolvemos las
asignaturas pendientes”, los resultados podrían no ser tan
positivos en un futuro próximo. El compromiso con el trabajo
sigue siendo base de la biotecnología alimentaria.
Más información: Se puede acceder al trabajo completo en:
www.argenbio.org |
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