Madrid, Spain
August 29, 2008
Source:
Fundación Antama
La coexistencia entre distintos
tipos de cultivo no es algo nuevo en la agricultura. Pese a que
a día de hoy no exista una normativa específica que lo regule,
los agricultores siguen unos procedimientos que garantizan la
mínima influencia entre cultivos y que aseguran una pureza
aceptable del producto. Estas normas establecidas y respetadas
por los propios agricultores permiten que cada productor pueda
elegir libremente la semilla que quiere cultivar, ya sea
transgénica o convencional, sin que se den problemas de
coexistencia mayores que los que se producen entre variedades
convencionales o relacionadas con otras actividades agrarias.
La propia Comisión Europea explica que, aunque no exista una ley
que regule esta área, la coexistencia es algo que se lleva
produciendo desde los orígenes de la agricultura y puede
“lograrse un respeto utilizando medidas adecuadas que se adapten
bien a las diferentes condiciones locales de las regiones”. A
día de hoy, los agricultores se valen de prácticas y medidas
basadas en la cooperación manteniendo unas mínimas distancias de
aislamiento, estableciendo diferentes fechas de floración o con
barreras protectoras de polen cuando son necesarias.
No se puede dejar de lado que la agricultura se desarrolla en un
medio abierto, y es prácticamente imposible conseguir un
producto completamente puro que no haya sido influenciado por la
gran variedad de especies vegetales que cubren los campos. En el
caso de las plantas transgénicas, y aunque las nuevas variedades
son iguales a las convencionales en una proporción superior al
99,99%, esta tolerancia de influencia ha sido establecida en un
0,9%, umbral a partir de la cual es obligatorio el etiquetado,
según se establece en el Artículo 7 del Reglamento CE 1820/2003.
Este umbral es más estricto que el que se requiere en otros
casos como la presencia de alcohol (nocivo en grandes cantidades
y prohibido por algunas religiones) en bebidas no alcohólicas
cuando el contenido es inferior al 1,2% o en la “contaminación”
de los productos ecológicos con menos del 5% de ingredientes no
ecológicos. Este tipo de normativas, completamente diferentes a
las relativas a la seguridad y calidad del alimento, permiten al
ciudadano elegir con libertad el producto que quiere consumir.
Estos datos dejan a la vista la desigualdad de tolerancia a la
que someten los productos transgénicos. Mientras que la
influencia permitida de una semilla modificada genéticamente no
llega al 1%, los productos ecológicos pueden contener hasta un
5% de ingredientes no ecológicos.
En Julio de 2003, la Comisión Europea publicó una serie de
directrices sobre la coexistencia de cultivos convencionales y
transgénicos basadas en el principio de garantizar la libertad
del agricultor a la hora de elegir las semillas que quiere
cultivar y del consumidor a la hora de comprar uno u otro
producto. Estas directrices aconsejan al agricultor seguir las
mejores prácticas agrícolas responsabilizándose de la calidad de
sus cultivos, eligiendo las prácticas que mejor se ajusten a sus
sistemas agrícolas y sus regiones, y ha sido la base de unas
Buenas Prácticas Agrícolas que son difundidas por las empresas
en cada saco de semillas.
La coexistencia es posible y, aunque ahora esté de moda hablar
de ella, lleva produciéndose en los campos de todo el mundo
desde los comienzos de la agricultura. |
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