Spain
April 27, 2009
Source:
Andalucía Innova
Científicos del Instituto de la
Grasa (CSIC), junto con investigadores de la
Universidad de Almería y del
Instituto de Agricultura
Sostenible (CSIC), han realizado un estudio exhaustivo de la
planta del ricino, situándola como la mejor adaptada al cultivo
en Andalucía para la producción de ácidos grasos destinados al
uso industrial.
Entre otras aplicaciones, el aceite extraido de esta planta
podría servir para la síntesis de plásticos, lubricantes o
biodiesel, a través de procesos que reducirían considerablemente
el uso de energía y agua en relación al tratamiento del petróleo
para la obtención de productos similares.
El trabajo, liderado desde 2005 por Rafael Garcés, tiene como
principal objetivo asentar la base del conocimiento sobre la
síntesis de triglicéridos en algunas oleaginosas de uso común
(plantas de cuya semilla se obtiene aceite) y, sobre todo, en
algunas especiales como el ricino o el echium.
La idea clave es la obtención de ácidos grasos "inusuales" en su
aceite para usarlos en aplicaciones industriales. Para ello
cuentan con el respaldo de la Consejería de Innovación, Ciencia
y Empresa, quien ha incentivado el trabajo como proyecto de
excelencia con un total de 122.655 euros.
"Lo que hemos estado haciendo durante todo el proyecto ha sido
estudiar las posibles variables, caracterizar un mutante alto
oleico de ricino diseñado por el grupo de Córdoba, ver cómo
sintetiza los ácidos grasos, los triglicéridos, así como
estudiar qué enzima está mutada y cómo afecta a su síntesis de
aceite", apunta el investigador.
Aunque los resultados son todavía preliminares, el responsable
del proyecto afirma que el trabajo realizado hasta ahora sirve
para definir la planta del ricino como la mejor candidata para
su cultivo en Andalucía. "El mutante alto oleico del ricino
sería bueno para el biodiesel, pero también para la síntesis de
plásticos, para fabricar gomas de automóviles, para detergentes
o para lubricantes biodegradables", apunta el investigador.
Fuera del circuito alimentario
Para que el ricino haya sido seleccionado como la planta más
adecuada ha tenido que cumplir con una serie de características.
La primera de ellas es que exista la seguridad de que la planta
que produzca los ácidos grasos "inusuales" esté completamente
fuera del circuito alimentario.
Por otro lado, pese a no ser originario de España, el ricino
está totalmente adaptado a las condiciones normales de
Andalucía, creciendo de manera silvestre en multitud de lugares.
A esto se le suma su potencial productor. Y es que el 50% del
peso de la semilla es aceite, con lo cual posee una riqueza
grasa superior a la de las principales oleaginosas que se
cultivan hoy día, "sin haber sido todavía mejorada de verdad",
subraya el responsable.
En esta línea, un estudio realizado a nivel europeo, y en el que
ha participado el grupo del Instituto de Agricultura Sostenible,
apunta a que el ricino cultivado en la zona mediterránea puede
alcanzar una producción de unos 1.000 kilos por hectárea, y
cerca de 4.000 kilos en zonas de regadío.
De ahí se extraería un aceite que, en condiciones normales,
sería rico en ricinoleico. No obstante, el proyecto liderado por
Rafael Garcés trabaja en la caracterización y mejora genética
del mutante de ricino ya disponible, capaz de producir un aceite
alto-oleico, y otras líneas modificadas, más adecuadas para su
uso industrial.
Sustituto del petróleo
Con la planta del ricino ya identificada y caracterizada, el
siguiente paso que estos investigadores quieren dar en futuros
proyectos sería concretar una modificación para que genere
directamente ácidos grasos especiales que sustituyan a productos
de síntesis química, derivados sobretodo del petróleo.
"El biodiesel está muy bien, pero la superficie que hay que
sembrar es demasiado alta para ser eficiente; sin embargo, si
conseguimos que la planta directamente nos produzca un ácido
graso ya transformado de manera que nos dé un producto químico
final, vamos a ahorrar mucho en petróleo", afirma Garcés. Con
esto, el ricino no se establece sólo como el ideal de
producción, sino también como una materia prima con la que se
ahorraría mucha energía.
"Cuando se trabaja con petróleo, primero hay que obtenerlo,
refinar una parte para combustible y otra para la obtención de
polímeros, con lo que se gasta mucha energía", señala el
investigador, quien apunta que "con nuestro producto, alcanzamos
directamente esa segunda fase, no necesitamos refinar, por lo
que además de reducir entre tres o cuatro veces el consumo de
energía, se ahorraría también mucha agua y otros elementos
implicados en el proceso".
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